El empresario del corazon roto

Chapter 41: Nuevos inicios (1)



Chapter 41: Nuevos inicios (1)

[Quentin]

Suena la alarma, la pago, me levanto de la cama y voy hacia el armario para tomar la ropa deportiva y

bajar al gimnasio a hacer ejercicio, hoy tocan burpiees así que mientras escucho las noticias

financieras, nacionales e internacionales me dedico a salta, caer sobre mis brazos hacer una lagartija

y volver a subir. Parece ser que los festejos de Navidad me han pasado cuenta porque me siento más

pesado, pero no me puedo resistir a la deliciosa comida que Isabel me hace.

Termino de hacer solo setenta de los cien que siempre hago, nada mal, creo yo, así que antes de que

empiecen las noticias de espectáculos salgo del gimnasio y me preparo para mi día. Esta vez no

reviso correos ni los mensajes de Vivianne, si no que llamo inmediatamente a Isabel que ha pasado

lejos de mí por motivos familiares.

—Buenos días corazón.— Le digo alegre al escuchar su voz.

—Buenos días ¿cómo amaneciste?

—Extrañándote, dime qué hoy nos podremos ver.

—Sí, pero tendrás que venir a mi casa, recuerda que termino de empacar hoy y me mudaré al edificio

de atrás.

—Cierto.—Contesto un poco desilusionado ya que no me gusta la idea de que Isa haya tenido que

dejar su casa para poner su cocina.

—Si quieres puedo ir al piso cuando termine de mudarme ¿te parece?

—No, no... iré, además tenemos que hablar lo del baile ¿recuerdas? Quiero llevarte a que escojas un

vestido y nada de "llevaré el de la cita" como me lo mencionaste días atrás.

—Uffff "Sí debo..." — Bromea y cuando lo hace puedo imaginar su sonrisa.

—Iré a trabajar corazón.

—Tu delicioso desayuno te espera en la oficina.— Me comenta.

Abro la puerta de mi habitación y comienzo a escoger la ropa que me pondré en este día. Debo admitir

que ahora que renové mi guardarropa todo se ve mejor en mí y que Isabel tiene muy buen gusto,

aunque esa camisa de cuadros aún no encuentro como combinarla.

—Te dejo corazón, pero te mando un recuerdo para que no me olvides.— Le comento pícaro.— Y me

tomo un foto frente al espejo y se la envío.

—¡Quentin! — Escucho su voz avergonzada del otro lado al ver la foto provocativa.

—De nada... nos vemos, te quiero.

Entro a la ducha y después de moderar el agua me doy una ducha rápida. Salgo, me veo en el espejo,

arreglo mi barba, mi cabello y voy a vestirme de inmediato. Tomo mi móvil y mi cartera para salir de mi

piso e ir directo a la oficina como todas las mañanas. Debo admitir que aunque parezca que mi rutina

sigue igual, no es así, ahora me fijo más en los detalles, me apresuro en todo que tengo que hacer

para poder ir con Isa y he decidido dejar mis fines de semana libres para ella, aunque eso signifique

pasar coartando papas en su oficina, o haciendo las compras, sólo en tenerla al lado es la gloria para

mi.

Subo en el elevador y al abrir las puertas Vivianne me espera como siempre con una sonrisa y con un

semblante más descansado.

—Buenos días Señor Valois.

—Buenos días Vivianne. — Contesto sonriente.

—Su té de manzanilla esta sobre su escritorio, hemos confirmado todas las invitaciones para la fiesta

del próximo fin de semana, hoy tiene una video llamada con el señor Del Moral, una junta con el

abogado de la empresa y como me ha pedido he limpiado su agenda después de la comida.

—Gracias Vivianne.

—También he enviado a la señorita Osher el ramo de flores que me pidió, llegarán dentro de unos

momentos y lo que me encargó está sobre el escritorio.

Volteo a verlo y atrás de los refractarios de comida, veo la carpeta con papeles. Después voy hacia el

ventanal a ver hacia la calle y sonrío, después de esos días de invierno, el sol se ve precioso en el

cielo.

—¿Algo más? — Me pregunta.

—Sí, quiero por favor que hagas una reservación en el restaurante "La Croix", ese que ahora es

tendencia en la ciudad.

—Para usted y la señorita Osher.—Me asegura.

—No, para mí solo.— Comento si dudar.

—Perfecto, lo haré... ¿alguna petición en especial? — Pregunta.

—Sí, quiero que el dueño de ese lugar me reciba.— Hablo en un tono de soberbia que no me conocía.

—Muy bien, entonces haré la reservación para mañana ¿le parece?

—Sí, gracias.

Vivianne sale por la puerta de la oficina y yo volteo para prender el ordenador, la foto de Nadine y mis

hijos a desparecido y ahora en fondo de pantalla es el logo de mi empresa con el nombre debajo. Al

lado de ésta se encuentra la foto que Isabel y yo nos tomamos en París con la Torre Eiffel de fondo y

en otro porta retrato la foto de mis dos pequeños.

—Buenos días mis amores, espero que estén bien, que su madre los esté cuidado en el cielo.— Y los

beso con ternura.

Sé que tal vez se vea mal de mi parte que la foto del ordenador haya desaparecido, que ahora en la

foto de mi familia sólo salgan mis hijos y que Isabel haya tomado su lugar entre mis retratos, pero para

ser honesto, creo que lo necesitaba, los tres me hacen bien, mis hijos son mi pasado e Isabel es mi

futuro, y no hay mejor sensación que verla por la mañana con esa sonrisa que me vuelve loco.

—¿Ahora qué me cocinaste bella mujer? — Murmuro mientras tomo uno de los refractarios y lo

destapo para que un delicioso olor de otro de los desayunos saludables de Isabel llega a mi nariz.

Desde que ella me cocina mi día empieza bien, bastante bien, y quiero que así continue por mucho

tiempo.

Recordándome los viejos tiempos, me llega un mensaje de Isabel, lo abro y sonrío.

ISA

Gracias por las flores amor, me encantaron. Te veo hoy por la tarde te tengo una sorpresa.

—¿Una sorpresa? — Murmuro porque no me puedo imaginar qué es lo que tiene para mi, supongo

que tendré que ser paciente.

Desayuno lento, tomándome mi tiempo mientras veo todos los reportes que me han enviado, termino

mi té de manzanilla que ha sustituido al café que me tomaba todas las mañanas para después

empezar la video llamada con Del Moral asegurando mi lugar en su inauguración en la Florida y

sorprendiéndose al saber que iré acompañado y no solo como le había dicho tiempo atrás. Finalmente

paso a la junta con los abogados y para las tres de la tarde estoy libre para correr hacia ella.

—Vivianne, te pido que estés al pendiente de lo que te pedí en el día.— Le comunico.

—Sí señor, sólo que no le pude conseguir la reservación en "La Croix" tiene cupo lleno, pero me

dijeron que tal vez para la semana que viene.

—No importa, hazlo, es indispensable que vaya a ese lugar.

—Sí, insistiré. —Vivianne me sonríe.—Buena suerte hoy señor— Me dice feliz.

—Gracias, la necesito.—Respondo y entro al elevador.


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