Capítulo 2407
Capítulo 2407
Espera
Jaime pudo sentir la esencia dracónica entrando en su cuerpo. Se apresuró a sentarse con las piernas cruzadas, intentando fusionar las dos esencias.
Pronto, las dos esencias dracónicas se combinaron, y una luz deslumbrante brotó del pecho de Jaime.
De inmediato, el Poder de los Dragones surgió en Jaime de forma incontrolable, como caballos salvajes liberados en la naturaleza. La poderosa energía estaba a punto de atravesar su cuerpo y dispararse hacia las nubes.
Al ver eso, Jaime usó su Técnica de Enfoque. Comenzó a refinar el Poder de los Dragones para aumentar su nivel de cultivo.
Mientras tanto, la gente fuera del campanario se impacientaba.
—Ya ha pasado una hora. Aún no veo a Jaime llegar a la cima del campanario. ¿Está muerto en el pasadizo?
—Sólo es un Replicador de Espíritus de Tercer Nivel. No puedo creer que tenga el valor de intentarlo. ¿Tiene deseos de morir?
—Él es del reino mundano, después de todo. ¿Cómo esperas que entienda los peligros de nuestros reinos secretos?
La multitud empezó a charlar entre sí, dando por sentado que Jaime ya estaba muerto ahí. Había pasado más de una hora desde su desaparición.
—¡Ja! ¡Se ha sobrestimado y ha perdido la vida allí! —se burló Cleo.
A un lado, Hada lanzó una mirada fulminante a Cleo antes de desviar su atención hacia el campanario con ansiedad.
En el fondo, le preocupaba la seguridad de Jaime.
«Debería haber impedido antes que Jaime se arriesgara».
Cleo se fijó en la expresión de preocupación de Hada. Al ver eso, albergó mayor odio hacia Jaime.
—Casio, ¿es esta la persona que has traído contigo? ¡La Puerta del Fuego ha perdido a un participante incluso antes de que empezara la competición! Si perdemos esta vez, la familia Gabaldón correrá con todos los gastos. La Secta Zahrin no asumirá ninguna responsabilidad. —Lope habló furiosamente a Casio.
Después de todo, pertenecían a la Puerta del Fuego. La regla era tener un participante de un reino secreto. Con la ausencia de Jaime, estaban en desventaja por no tener un concursante de la Puerta del Fuego.
Casio permaneció en silencio, mirando nervioso al campanario. Él también estaba muy preocupado por la desaparición de Jaime.
—Señor Yura, creo que Jaime está muerto ahí dentro. Comencemos la competición y dejemos de esperar —dijo Ángel.
Todos se negaron a seguir esperando. Además, Sigfrido había avergonzado a la Secta Violeta Fulmina aquel día, y la banda no podía esperar para restaurar su reputación.
Quirino echó un vistazo al campanario antes de volverse hacia Casio para decir:
—Don Gabaldón, ha pasado más de una hora. Empezaré la competición ahora sin esperarlo.
—Señor Yura, por favor espere un poco más. Creo que el señor Casas llegará a la cima —imploró Casio.
—Don Gabaldón, ¿y qué si consigue llegar a la cima? Para entonces ya estaría malherido. Me temo que ni siquiera sería capaz de levantar el martillo para hacer sonar la Campana del Dragón. No perdamos más tiempo. Todo el mundo está esperando a que empiece la competición —pronunció Sigfrido molesto.
Al ser humillado ese mismo día, el molesto Sigfrido aprovechó esa oportunidad perfecta para descargar su ira contra Casio.
Sin embargo, Casio no le prestó atención y miró a Quirino.
—Señor Yura, por favor, espere un poco más.
Casio era muy consciente de que Quirino era el único que podía decidir cuándo empezaría la competición.
Mirando a Casio, Quirino asintió en respuesta.
—De acuerdo. Esperaré cinco minutos más antes de empezar la competición.
Al escuchar las palabras de Quirino, nadie se atrevió a pronunciar palabra y esperaron.
No había otra cosa que Casio pudiera hacer en ese momento que rezar en silencio para que Jaime apareciera pronto.
—¡Jaime, por favor, aparece! ¡Estarás bien!
Mientras tanto, Hada apretaba los puños, rezando también por Jaime.