Destinada a los gemelos alfas

Chapter 8



Chapter 8

8

Clara se encontraba en una burbuja de emociones tan fuertes que se estaba mareando, aunque no sabia si era realmente por eso o por la posición en la que se encontraba, sobre el hombro duro del lobo que dolía contra sus costillas y muy plano abdomen, al estar baja de peso. Sentía emoción por estar por fin con su mete, porque este la había reclamado delante de todos, que este fuera el alfa, por lo que de seguro se acabarían los miles de maltratos contra ella, pero de igual forma tenía algo de miedo. No le había gustado como la había mirado tanto. Como si le tuviera… casco?

Esperaba que no fuera el caso. Ella ansiaba estar junto a su pareja. Si no la había rechazado… era una buena señal.

Ella alzó levemente la cabeza antes de alejarse de los miembros de la manada y de su padre, notando las diversas expresiones de todos de manera difusa, entre asombro, indignación, envidia. Como se imaginó, no había ninguna sonrisa en dirección a ella, ninguna de felicidad. Pero a Clara no le importó mucho. Si estaba con su mate, los demás eran irrelevantes. Dixon pasó por el costado del beta sin mirarlo, en dirección a su ahora casa. -Que todos se vayan. Tengo un asunto que atender- le ordenó en un tono que no admitía réplica alguna. Y el otro lobo ordenó. Clara, por su parte, dejó que él la llevara hacia el interior de la mansión destinada al alfa. Cuando él abrió la puerta el olor fuerte a otro macho llegó a ella y le hizo temblar. Era el olor de un lobo enfermo, aunque aún el aroma era potente. Aferró sus manos a la tela de la camisa que él tenía puesta buscando un anclaje que mantuviera su cordura como pudo desde su posición, pero escuchó un gruñido proveniente de su pareja.

-Quieta.

Clara se quedó petrificada completamente pálida. Ese tono de voz empleada denotaba que el alfa estaba realmente molesto ¿Pero molesto por qué? Acaso él no estaba feliz por haberse encontrado con ella. El día anterior estaba más que dispuesto a revolcarse con ella en medio del bosque y hasta

la había besado donde casi la había devorado. Incluso después de ello, ella había tenido que usar toda su fuerza de voluntad para no salir detrás de él para que calmara el calor que se negaba a abandonar su cuerpo a pesar de haber buscado su satisfacción sola. Entonces porque él estaba así. Al menos, sus esperanzas no murieron al sentir que entraban en un cuarto, mas no fue a la cama donde el lobo la llevó. Y eso comenzó a preocuparla. Normalmente las parejas destinadas lo primero que deseaban era tener sexo e incluso marcarse para unir sus almas separadas, por eso ella había entrado en celo y el macho quería follarla, entonces..

Grande fue su impresión cuando las baldosas de lo que parecía ser un baño entraron en su ángulo de visión. Ahora si no sabía que pensar. Aunque no tuvo tiempo de ello. Su cuerpo, de pronto, fue lanzado al interior de una ducha y soltó un gemido ante el impacto en su espalda. Gimió en voz baja sin comprender que ocurría. No había sido realmente violento, al menos no como su padre, pero tampoco tan suave. Su espalda palpitando era prueba de ello. Alzó la cabeza entrecerrando los ojos para intentar descifrar la expresión que él tenía en su rostro,

pero el agua cayó sobre esta. Agua caliente de la regadera que comenzó a mojar todo su cuerpo y el chorro no era muy agradable. -Espera, espera- ella se abrazo a sí misma, asustada por las acciones de él, intentando protegerse todo lo que podía. El agua comenzó a poner su piel sonrojada y ardía bajo el chorro. – Por favor. comenzó a sollozar lastimeramente. El alfa no parecía escucharla para nada, parado delante de ella de forma prepotente, exudando densas feromonas que pronto llenaron el baño haciendo que a la loba le costara trabajo respirar. – Perdón, perdón, perdón- ella seguía suplicando – Lo siento, lo siento – su voz cada vez era más rota dado los sollozos. Sus manos cubrían su cabeza donde los dedos ardían por el agua caliente- Lo siento, lo siento.

Por suerte, después de lo que para ella fue una eternidad y de disculparse tanto que había perdido la cuenta la ducha fue cerrada. Clara soltó un gemido de alivio, mas su cuerpo temblaba y no era de frío. Tenía miedo. No entendía nada.

Con un muy leve movimiento alzó un poco la cabeza en dirección a su mate. Este le estaba dando la espalda pasando una mano por su cabello largo corriéndolo hacia atrás y aspirando. -Ya no hueles a otro macho. Ya estás limpia. Sécate y sal- solo daba órdenes, sin un deje de sentimientos en torno a ella. El pecho de Clara se apretó. Cuando el lobo salió del baño ella aún se quedó dentro sin moverse. Sintiendo sus miembros tan entumecidos que le costaba moverse. Miles de lágrimas corrían por sus mejillas. ¿Por qué la estaba tratando así? ¿Por qué le decía que estaba sucia? Con el lobo con quien único se había relacionado al punto de que se le pegara su olor sería él mismo, la noche anterior, aunque a cada momento que estas se intensificaban las sentía más diferentes que antes. Clara no supo cuando tiempo fue el que pasó antes que ella pudiera moverse y levantarse, muy lento y de forma temblorosa.

Encontró que había una toalla grande colgada y la agarró para secar su cuerpo, quitándose su ropa empapada. Había dejado de llorar y sentía sus ojos hinchados y su garganta áspera. Su piel estaba ligeramente roja por haber sido sometida a la alta temperatura del agua, que por suerte no había creado quemaduras.

No halló ninguna prenda para vestirse en el baño por más que pasó las manos por las superficies, así que solo optó por envolverse en la toalla. Después de todo… no era que la ropa le fuera a durar mucho tiempo.

Lentamente salió del baño oliendo al lobo que estaba dentro de la habitación. Y supo que sus orbes dorados estaban fijos en ella. El peso de su mirada era mucho. No supo bien cómo actuar. Si él estaba todavía molesto podría hacerle algo parecido a lo anterior o peor. Por otra parte, su cuerpo entero deseaba acercarse a él y poder tocarlo, esperado no ser rechazada.

Así que se dejó llevar por su instinto y avanzó pasó tras paso en dirección a él notando que él no se movía. Estaba sentado sobre la cama, con las piernas abiertas y relajadas y sin camisa, prenda que se encontraba arrojada en la cama.

Clara se detuvo delante de él con las manos en su pecho y la cabeza gacha temerosa de alzarla. Estaba acostumbrada a mostrar sumisión todo el tiempo y ahora más que estaba frente a su pareja y mate imate? ¿Él era realmente su mate? La pregunta palpitó de pronto en su cabeza.

Él la había tratado mal, completamente diferente al día anterior, y, además, olía un poco diferente. Para otro lobo no encontraría la diferencia, pero para ella, la leve diferencia era muy notable. Por lo que se arriesgó apretando sus manos, fuerte, con miedo de la reacción del lobo.

-¿Eres… eres realmente mi mate?- tragó en seco, tan fuerte que le dolió.

Un gruñido siguió a su pregunta proveniente de él y Clara retrocedió un paso intentando poner distancia entre ellos. Solo no se esperó que él comenzara a soltar feromonas en dirección a ella, pero no como las agresivas de antes. Si no de aquellas que eran para excitar a una hembra. Y al momento el calor del cuerpo de Clara se intensificó, igual que la noche anterior. Ella… había vuelto a entrar en celo. -Acaso tienes dudas de eso – Dixon dijo con voz grave y molesta.


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