ch 9
Andrea no era capaz de explicar la sensación de vértigo que la había invadido al estar frente a frente con Zack, y más al escucharlo decir que era el dueño de la empresa. La costumbre era una cosa muy dura, porque su primer pensamiento fue: “¡Dios, le eché veinte cafés encima al dueño de la empresa! ¡Me va a despedir!” …Pero luego él le sonrió. Le sonrió, pasó a su lado y se dirigió a todos los empleados en aquel piso. El asombro era generalizado, pero el más impactado de todos era Peter Trembley, que no solo estaba sorprendido sino también rojo de la rabia, porque el dueño de la empresa se le había colado de empleado encubierto y él ni siquiera se había dado cuenta. Y por último aquellas palabras: ” Peter Trembley… estás despedido”, resonaron en la estancia como la sentencia de un juez. Trembley abrió los ojos y su pecho se hinchó como si estuviera a punto de explotar. -¡No puedes despedirme! ¡Yo soy el gerente de esta empresa! -¿Quieres decirlo de nuevo, esta vez más alto a ver si llega a interesarme? -preguntó Zack-. Tú fuiste el gerente de una empresa que ya no existe porque yo la compré, y en los días que he estado aquí solo has demostrado que no eres competente para el cargo. Así que te lo repito. Estás despedido, tienes diez minutos para recoger tus cosas y largarte. Andrea retrocedió instintivamente y muchos otros lo hicieron cuando Trembley se acercó a Zack con un gesto amenazador. -¡No puedes echarme después de años de trabajo, no tienes bases! ¡ Te demandaré por despido injustificado, te sacaré millones y luego viviré feliz viendo cómo te llevé a la bancarrota por tener que pagarme! —le gritó desaforado, pero para sorpresa de todos, Zack ni siquiera se inmutó. Lo vieron alargar la mano hacia Ben y este le entregó una carpeta. -Bien, en ese caso déjame explicarte la situación -siseó sacando un documento. Esta es una denuncia por acoso s@xual de parte de una de las empleadas de esta empresa. – Trembley miró a Andrea con rabia y a la muchacha se le puso el corazón en la boca. ¡Hey, no la mires a ella, mírame a mí que esto es obra mía! —gruñó y pareció ser el único y breve momento de descontrol de Zack—. Esta demanda ya está en la Federación Deportiva, y esta mañana se ingresó al juzgado, así que la junta directiva de esta empresa, o sea él y yo – siseó señalando a Ben-, hemos decidido que tu despido no tiene nada de injustificado. Peter abrió la boca para protestar, pero solo salió un graznido chillón y rabioso. Gracias por leer en LeeNovelas.com. -¡Maldito infeliz! ¡Nadie va a querer contratarme después de esto! ¿¡Cómo pudiste llevarlo a la Federación…!? ¡Pero nadie te va a creer… nadie…! -Sabes que no es así -replicó Zack con satisfacción-. Dejaste una larga lista de abuso de poder a tu paso y lo interesante es que a veces, quienes no se atreven a tocarte cuando estás en la cima son los que primero se animan a golpearte cuando te ven caer. La voz de la denuncia contra ti ya se está corriendo, y si los rumores son ciertos, esta es solo la primera en camino. Trembley se puso lívido cuando escuchó aquello y trató de alcanzar a Zack, pero varios de los hombres que venían con él se metieron en medio para protegerlo. -¡Seguridad! llamó Ben con voz firme y tajante. ¡Saquen a este hombre de aquí de inmediato! Frente a los ojos de todos Trembley fue sujetado por dos guardias que lo arrastraron afuera sin ninguna contemplación. -¡Me voy a vengar, Keller! —gritaba entre empujones—. ¡Me voy a vengar, te lo juro! Recuerda. Lee esta novela sólo en LeeNovelas.com, no en otros sitios. Finalmente sus gritos se perdieron en el ascensor y Zack se limpió una mano con otra como si literalmente hubiera botado la basura. -Bien. A trabajar todos, les deseo un día productivo. Para cualquier duda, me encuentran en la oficina principal. Buenos días. Todos murmuraron buenos días con educación antes de salir disparados hacia sus escritorios. Andrea se quedó allí, en medio del piso, viendo cómo él se dirigía a la que hasta ese momento había sido la oficina de Trembley. Ben accedió primero y un segundo antes de entrar Zack la localizó con la mirada y le hizo una señal para que los acompañara. Andrea trastabilló tras él, entró en aquella oficina sin miedo por primera vez en meses y Ben, el socio de Zack, le sonrió con amabilidad, guardándose su impresión de que era la mujer más desarreglada que había conocido. -¿Estás bien? -le preguntó Zack y ella dijo que sí con voz temblorosa. -Parece que últimamente me preguntas mucho eso… —murmuró -. ¡perdón…! ¡Me pregunta! No debería estar tuteándolo… de cualquier forma… gracias por no dejar que me echaran… de verdad. Zack asintió sonriendo porque si antes le había parecido nerviosa ahora se veía mucho peor. -Te dije que confiaras en mí, que lo iba a resolver, y soy un hombre de palabra -sentenció-. Lamento que no haya sido lo suficientemente rápido, pero necesitaba sacar a ese hombre de esta empresa de una vez por todas, y asegurarme de que no pueda volver a lastimar a nadie de la forma en que quería lastimarte a ti. Lo entiendes ¿verdad? Andrea se abrazó el cuerpo, aquello parecía demasiado surrealista para ella todavía. —Sí… claro que sí. Y me alegro de que usted sea el nuevo dueño. Solo dígame cómo puedo ayudarlo -respondió. Zack le dio la vuelta al escritorio y se sentó detrás. -Pues para empezar, necesito que me ayudes a encontrar una nueva asistente y entrenarla lo más pronto posible -sentenció él y Andrea se puso pálida. -Pero… pero… yo creí que usted no quería despedirme -balbuceó y se acercó a la mesa-. ¡Yo de verdad no voy a darle problemas, señor Keller, lo de la demanda no se va a repeti… pero yo necesito el trabajo… soy buena asistente… eso que dice en el acta de despido no es cierto… yo no soy incompetente, yo no…! -¡Andrea, Andrea! -exclamó Zack para evitar que siguiera en aquella retahíla de súplicas inútiles-. ¡Cálmate! No te voy a despedir, pero creí que te habías estado preparando para ser aprendiz de un representante… Andrea se quedó paralizada y muda por un momento. -¿Eh? Zack la miró a los ojos y sonrió. -Te preparaste, pasaste mi examen… creí que querrías comenzar en tu nuevo puesto – le dijo. Andrea no pudo evitar que las lágrimas se le saltaran y trató de limpiárselas enseguida. -¿Es… es en serio? -balbuceó. -Claro que sí. Andrea Brand, tengo el honor de nombrarte la nueva aprendiz de Ben – le dijo y su amigo le hizo un gesto de confianza -. Eres valiente y honesta, y confío en que pondrás todos los esfuerzos para que esta empresa siga progresando. -Ella asintió con fuerza pero se notaba que no era capaz de hablar, así que Zack continuó-. Para empezar vas a trabajar directamente con Ben, tu salario se va a duplicar y ganarás el quince por ciento de comisión de todo lo que reciba Ben… porque con lo flojo que es, seguro que te dará mucho trabajo. Andrea rio emocionada por primera vez. -¡Claro que sí! ¡A mí me encanta trabajar, señor Ben, y si es para aprender, más! -Pues hagamos un trato. Yo te doy el veinte por ciento en vez del quince, pero tú haces el papeleo y llenas todos los reportes que le gustan a este propuso Ben señalando a Zack con la cabeza. -¡Es un trato señor Ben! -exclamó Andrea sin poder creer que realmente le iban a dar ese ascenso-. Entonces ahora mismo me pongo con lo de la asistente… y si necesita ayuda con eso me avisa. Zack miró las cajas de reportes que había dejado Trembley y asintió. Apenas ella salió, él y Ben se pusieron a trabajar de inmediato. Sin embargo quince minutos más tarde Zack la llamó por el telefonillo y Andrea entró para encontrárselo sin el saco, con la corbata floja y despeinado. -¿Necesitan que les traiga un café? -preguntó ella amablemente y Zack, asintió. —Sí, necesitamos mucho de eso -suspiró―. Ben, ve por los cafés. Andrea, tú siéntate aquí que necesitamos tu cabeza con urgencia. La muchacha lo miró asombrada mientras él le ofrecía la silla más importante de aquella empresa, y su amigo era el que hacía de asistente yendo por café. -¿Qué pasa? -El cabrón de Trembley alteró los reportes. Estoy seguro, pero tú eres la única que los conoce lo suficientemente bien como para confirmarlo-dijo Zack y Andrea se quedó pensativa. -Pues yo puedo confirmarlo, pero no los tengo -murmuró preocupada—. ¡Todos los respaldos los tenía Trembley o están en la…! Los dos se miraron espantados. -¡La sala de servidores! —gritaron a la vez y salieron corriendo de la oficina. Posiblemente nadie esperaba ver al nuevo dueño y a su secretaria corriendo como críos por el pisoy derrapando frente al cubo de la escalera, antes de subir como locos al último nivel, pero eso fue exactamente lo que sucedió. -¡Dime que sacaron a Trembley directo a la calle! -exclamó Andrea. -¡Eso espero! -replicó Zack subiendo de dos en dos los escalones. Llegaron jadeando y nerviosos, rezando para que Trembley no hubiera metido las manos en las copias de seguridad. El jefe de los servidores del edificio negó haber visto a Trembley ese día y les dio las copias de sus archivos de hacía una semana. A la misma velocidad que subieron corriendo así bajaron y metieron el disco duro en la computadora de Zack para revisarlo. Dos minutos después él se mesaba los cabellos y Andrea pasaba un archivo tras otro. -¡Son los originales! -exclamó aliviada y los dos levantaron los brazos a modo de victoria-. ¡Son los originales! Zack rio satisfecho y chocó su puño. -Buen entrenamiento para cuando tengas que animar a tus deportistas – le dijo con un guiño-. Pero ¿sabes lo que esto significa, verdad? -Andrea lo miró sin comprender-. Necesito que me ayudes a desenredar estos reportes. Tengo que ponerme al día lo más pronto posible para que la empresa no tenga pérdidas, así que necesito que me ayudes con esto porque nadie conoce los reportes como tú. La muchacha sonrió con dulzura. -Por supuesto que lo voy a ayudar, señor. En lo que haga falta. -¡Perfecto! Media hora después ponían el pequeño escritorio de Andrea dentro de la oficina de Zack, se llevaban todos los reportes malos e instalaban cuatro impresoras para comenzar el trabajo desde cero. -Creo que también voy por el almuerzo -dijo Ben, sin ánimo de meterse en el desgreñe que había en aquella oficina. Por suerte para la tarde Zack sentía que habían avanzado bastante, pero tenía que tomar muchas medidas en la empresa para sacarla adelante. Antes de que Andrea se despidiera Ben la llamó a una de las salas de juntas, la hizo firmar su nueva contratación como aprendiz y le entregó un sobre. -¿Y esto qué es? -Es el bono de bienvenida a nuestros aprendices -sonrió Ben antes de despedirse-. ¡Bienvenida al departamento! Sin decir otra palabra bajó y se reunió con Zack en la cafetería frente al edificio, mientras Andrea se quedaba mirando estupefacta aquel sobre con cinco mil dólares, sin poder creer que tuviera todo ese dinero en las manos. Desde su pequeña mesa Zack la vio salir, mirarse los pies y el largo camino que debía recorrer hasta la casa, pero en lugar de eso se dirigió a una tienda cercana y salió con el pequeño peluche de una lechuza. Lo estuvo abrazando los pocos minutos que tardó en llegar el autobús y Zack la vio dudar antes de subirse. Para cuando se sentó casi al final del bus, ya estaba llorando a lágrima viva porque era la primera vez en cinco meses que podría llegar temprano a casa para estar con su hija. -Yo diría que te sedujo completamente… si no se pareciera a la primita del coco-murmuró Ben poco después. —¿Quién, Andrea? ¡Claro que no! —gruñó Zack y Ben puso los ojos en blanco. -¡Pero si es que hasta sabes de quién hablo! —se burló su amigo, y Zack estaba listo para replicarle cuando escucharon aquel timbre. Zack miró su teléfono y se puso lívido. -Es mi madre… —murmuró. -¿Y qué? Zack pasó saliva antes de contestar. -Que allá son las tres de la madrugada… y eso solo son malas noticias.